tener problemas oposición

“Tú tuviste problemas y por eso no aprobaste pronto”

Así, como si fuera un yonqui, me lo dijo mi sobrina Macarena hace un par de veranos mientras nos escuchaba en una conversación playera a su madre (que es mi hermana) y a mí hablando sobre la duración de nuestras oposiciones respectivas. Esa observación o justificación al retraso con el que aprobé las oposiciones en comparación con lo rápidos que fueron mi padre y mi hermana para aprobarlas, puesto que mi padre es uno de los cincuenta más jóvenes (no daré más pistas) y mi hermana se libró de la oposición en menos de cinco años, me hizo sonreír y me puso a pensar si yo en realidad tuve o no tuve alguna clase de problemas (aunque no fueran los mismos que tuviera en mente mi sobrina) para tardar tanto en aprobar notarías.

Así que, ¿tuve o no tuve problemas?

Pues más bien que diría que sí … o que sí aunque relativamente.

Mi primer problema (primer relativo problema) fue, probablemente, el de afrontar una oposición que me venía algo grande. Yo aprobé en junio dos asignaturas de cuatro en primero de Derecho, tres de cinco en segundo, cuatro de cinco en tercero, cinco de seis en cuarto y todas, cinco de cinco, en quinto. Fui de menos a más. Siempre había dicho que quería ser Notario pero en la Facultad de Derecho mi expediente ofrecía trece raquíticos aprobados y doce notables (tal vez fuera al contrario) y diecinueve de veinticinco asignaturas aprobadas a la primera convocatoria que me presenté (entonces teníamos junio, septiembre y, generalmente, diciembre). No es gran cosa, ¿no? Llegué a utilizar varias convocatorias para aprobar algunas asignaturas como el Natural, la Economía Política y la Hacienda Pública I.

El éxito de quinto, con el aprobado de las cinco asignaturas, es decir, de todas las asignaturas por vez primera en cinco cursos, me envalentonó (me vine arriba), y me decidió a preparar las oposiciones que siempre había soñado con preparar. También es cierto que siempre he pensado que con otro resultado diferente en quinto, con otro verano distinto a aquel gran verano del 91, tal vez las cosas hubieran acabado siendo de otro modo.

El 26 de Septiembre de 1991 comencé a preparar las oposiciones. Lloraba por vez primera (lloré muchas veces) pocos días después, cuando tuve que estudiarme los enormes artículos del Título Preliminar del Código Civil, aunque también recuerdo como MAC, mi preparador, me decía en mi primer “cante” que lo había hecho muy bien y cómo me preguntaba si había cantado alguna vez antes de aquella. Parece que había madera, aunque la cosa no fuera a ser fácil y yo no me imaginara, ni en mis peores pesadillas, lo que tendría que esperar y superar para conseguir ser (al fin) Notario.

Mi segundo (y relativo también) problema es que yo no estudiaba rápido. Mi ritmo de estudio hizo que tardara un año exacto en darle la primera vuelta al Civil. Mi hermana lo logró en unos tres o cuatro meses menos que yo. A cambio de mi lentitud, mi memoria era (y supongo que lo sigue siendo) de larga duración. Al año de comenzar, tenía el primer ejercicio estudiado, Civil y Fiscal, y ya llevaba repasados 41 temas de Civil en segunda vuelta. Mi padre, que aprobó en los sesenta, no es comparable (a mi modo de ver) a ninguno de nosotros dos.

Me presenté por primera vez dos años y nueve meses después de comenzar, aprobando el primer ejercicio y suspendiendo después el segundo que me conseguí estudiar en mucho menos tiempo. Un exitazo para un tipo como yo que llevaba “solo” tres años y medio con la oposición. Después de todo tampoco era tan lento como pensaba y mis aptitudes para ser Notario quedaban confirmadas.

Sin embargo, con ese suspenso llegó mi tercer y gran problema: la moral.

Me falló la moral … me hundí …

Perdí la confianza en mi mismo y sobre todo en mis temas. Pensaba que lo mismo que me había pasado con aquel tema tan malo que me suspendió (el de los Bancos y la Bolsa), me podría pasar con los demás temas y poco a poco, me fui hundiendo. Tal vez acusé también el sobre esfuerzo y algunas circunstancias personales.

Lo cierto, es que yo ya apuntaba ciertas maneras para que me ocurriera algo así. Con diez años tuve mis primeros problemas para dormir derivados de mis excesivas responsabilidades corporativas infantiles. Mi Santa Madre tuvo que recurrir al efecto placebo de las migas de pan que me suministraba por las noches y que yo, infelice, pensaba que eran mis primeros hipnóticos, mis primeras pastillas para dormir. Llegado a la oposición me acabé estrellando psicológicamente. Creo que lo he contado a fondo (y con un toque de humor) en este post.

Así que tendría que contestarle a mi sobrina que aunque algunos problemas tuve (y quién no en una oposición de las duras y largas y que puede hacerse doblemente larga y doblemente dura que la media), el problema realmente lo fui yo. Lo que me pasaba no era tan grave (un divorcio, un suspenso … otro suspenso, otro suspenso más) y el problema fundamental es que me costó mucho encajar la desconfianza, el temor de no aprobar, la desesperanza, el esfuerzo, el sobre esfuerzo y aquel maldito suspenso riguroso. Después de haberme demostrado y de haber demostrado a los demás que valía y que podía, la fastidié en lo más fácil: mantener la calma, volver a estudiar y presentarme de nuevo en plenitud de condiciones.

¡Anda que no habré pensado veces en que aquella Convocatoria de Sevilla 1996-1997 tenía que haber sido la mía¡ y en que tenía que haber aprobado con mi hermana. Mi vida sería otra diferente de un plumazo. Nada hubiera sido como finalmente ha sucedido y ¿sabéis lo que os digo?: que estoy satisfecho, que lo he superado, que no estoy tocado, que he invertido bien mis años de estudio, que volvería a hacer lo mismo y QUE NO ME CAMBIO POR NADIE. Eso debe ser que… soy feliz, ¿no?

Al que quiera conocer toda mi historia al completo, le recomiendo que se haga con un ejemplar de  “Nada antes que opositar (Nihil prius oppositio)” y si alguien lo quiere dedicado que me escriba a justitonotario@hotmail.com

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario




 

14 comentarios

  1. Justito, cada vez que te leo, siempre acabo pensando lo mismo:

    Si no llegas a pasar por lo que pasaste, hoy no serías el ejemplo que eres para tantos opositores (sean de Notarías o no). Y alguien puede pensar cómo yo puedo decir que tú seas un ejemplo, dado que no aprobaste ni a la primera ni a la segunda… Pues lo eres porque supiste superar todo lo que la vida te presentó y siempre mantuviste viva la llama de tu sueño. Durante años.

    No obstante, sí que me gustaría comentar que debiste pedir ayuda psicológica mucho antes, pero claro, entonces no hubieras recorrido todo el camino que hiciste, que afrontaste y que superaste. Y por lo tanto, hoy no serías quién eres.

    Gracias por compartir tus vivencias. Gracias por inspirarnos.
    #SiempreFuertes.

    • Buenos días Preparador:
      Gracias por tus palabras, aunque tengo que decirte que no son del todo acertadas.
      Estoy de acuerdo en que debí pedir ayuda antes y me lamento por no haberlo hecho. Tenía mis razones aunque nunca las he contado, ni las contaré jamás.
      Estoy de acuerdo en que con una oposición “corriente” no tendría nada especial que contar y el “fenómeno Justito” no sería el mismo o no hubiera surgido.
      Pero, por otra parte, si hago esto es porque unas cualidades innatas que me hacen ser como soy y en las que nada influyeron la oposición ni otras muchas cosas que me han sucedido y suceden en la vida. Eso es genética, educación, forma de ser, valores, en fin … algo que se da en mi por un conjunto de causas que no provienen del hecho de que tardara once años en aprobar la oposición.
      Ya lo dijo hace 43 años mi profesor del colegio ….
      https://www.justitonotario.es/faq/tercero-egb-colegio-maravillas-1976-1977/

      De nuevo gracias por tus palabras. Un abrazo, Justito El Notario.

      • Hola!

        Viendo el link al que me has remitido, entiendo porqué comentas que mis palabras no son del todo acertadas, :D.

        Sea como sea, con tu blog y tu forma de expresar tus vivencias de la oposición ayudas a muchos otros que están en el camino.

        Feliz domingo, Justito.

        Un abrazo.

  2. MARIA BELEN GARCIA GONZALEZ

    ¡Madre mía Justito, vaya carrera de obstáculos ! pero al final conseguiste tu sueño, puedes mirar hacia atrás con orgullo. Tus amigos, entre los que me cuento, sabíamos que lo conseguirías, porque eres tenaz, voluntarioso, constante y perseverante… cualidades que son necesarias para enfrentar una oposición tan dura. Quizás yo añadiría, que durante esos años tuviste el apoyo incondicional de una gran persona que es tu mujer, Mamen, y gracias en parte a ese tándem “cuasi ” perfecto tu sueño se hizo realidad.
    Tu amiga:

    Belén

  3. Una oposición de 11 años sin turbulencias es irreal. El viento te deformó, pero no te arrancó. De ahí tu fortaleza. La inmensa mayoría quiebran antes.

    Y el tema de los Bancos y la Bolsa era una tenebrosa manta corta. O fallaba el contenido o se iba el tiempo.

    A mi me fascinan tus últimos años, cuando obtuviste la reserva de nota y pudiste preparar en exclusiva el dictamen. Pánico, seguro, Pero como contrapartida, estoy convencido de que la profundidad jurídica con que tratas hoy en día las distintas cuestiones nace de esa experiencia. Es más, creo ese período de análisis, de exégesis, donde el contenido de los temas memorizados emergen y se muestran por fin, es lo que te ha convertido en un jurisconsulto en el sentido más clásico del término.

    No quiero que esto se entienda como un halago más. No es así. Lo único que me gustaría es que se apreciase que la firmeza y el vigor que mantienes y la autoridad de tus opiniones han tenido un coste previo que muchos jamás soportarían.

    • Buenas tardes Dandanovic:
      Estoy de acuerdo. Y con algún año menos, también lo es.
      Estuve muy cerca, pero que muy cerca de caer derribado. Llegar a estar a una hora (o menos si me levantaba) de dejarme la oposición y finalmente aprobar y “tener” que continuar otros cuatro años es algo infrecuente.
      Siempre he dicho que merecía aquellos dos suspensos en el dictamen. Hasta a veces pienso que al menos en uno de ellos fui el más burro y que hasta el último de todos me debió de sacar cierta ventaja, pero tienes razón en que luego la cosa se tornó completamente diferente y, esto me lo digo yo, de “burro” pasé a ser “máquina”. “Este tío es un máquina” dijo un compañero cuando me tocó el turno de leer el dictamen definitivo.
      Una vez dentro del cuerpo, si no te “cultivas”, te conviertes en el clásico Notario instrumental (con suerte…), en aquel Notario que da su bendición y convierte el papel timbrado en escritura y vuelve luego a la urna (su despacho) o pasa a la siguiente sala a continuar con sus bendiciones “urbi et orbe”.
      Nunca hubiera pensando en desarrollar mi profesión como lo estoy haciendo, ni en parir a mi Justito, ni el desarrollo que “hemos” tenido.
      Imagino que parte de lo que me sucede me viene de fábrica y que el resto ha sido consecuencia de una serie de factores con los que no había contado.
      Gracias por tus palabras que vuelven a animarme una vez más. Un abrazo, Justito El Notario.

  4. Te comprendo. Lo decía porque hay opositores que se presentan bastante pronto y van muy fuertes porque no son “corredores de fondo”, como aquellos boxeadores que empiezan muy fuerte porque, o tumban al rival muy pronto gracias a su gran pegada, o van perdiendo fuerza y tienen menos aguante (y posibilidades de ganar) si el combate se alarga.
    Una persona que, sin tener especial preocupación en la rapidez, se presenta bastante pronto, suele llevar preparado el chip de que “el suspender” es una posibilidad muy real.
    ¿Cómo encaraste tú esa “presentación temprana”? ¿Tuviste muchas dudas sobre presentarte aquella vez? ¿No te decías: “voy a dejarme la piel, pero tengo que asumir que también puedo suspender, que son solo 2.5 años”? Me da la impresión, por lo que cuentas, (y perdón si me equivoco) de que tu hundimiento, más que por el suspenso en sí, fue por las circunstancias que lo rodearon, a su “rigurosidad”, o a que, quizás, te mortificaras pensando que no fue por algo “tuyo”, de tus cualidades o trabajo como opositor, sino del temario. ¿Nunca te dijo nada tu preparador sobre la calidad de tus temas?

    Solo planteo cosas que me vienen a la cabeza al leerte. Esperaré a leer tu libro. A efectos de detalles, leer las cosas en entradas sueltas en un blog no es lo mismo que leerlo todo ordenado e hilado en una narración.

    Y no quiero que pienses, o que nadie piense, nada extraño o morboso en mi interés. Como ya comenté una vez, no sé si aquí en el blog o cuando hablamos en privado, yo pude haberme presentado a los dos años, pero no lo hice. Y, aunque no me arrepienta, queda el gusanillo. Cuando yo estudiaba la oposición, había una consigna: hay que presentarse, como sea. Si llevas 2 años, tú ve; si no apruebas, toma contacto con la oposición por lo menos, encárate con el tribunal y así sabes de qué va. Nunca he tenido clara esa postura. Creo que subestima el daño que un suspenso temprano puede causar a algunas personas. Creo que yo podría haber aprobado el primero en Sevilla, ¿el segundo?, eso ya nadie lo sabrá. Pero no me consideré preparado en la forma en que yo entiendo esa palabra. Quizás me habría pasado lo mismo que a ti de haber suspendido. Un preparador me dijo: “las tuyas no son estas” (eran las de Sevilla). Y me fui directamente con otros 2.5 años más a Barcelona. No me he arrepentido nunca de mi decisión, pero, hombre, la verdad es que, a veces, nos dejamos llevar sobre “la historia de lo que pudo haber sido y no fue”.

    • Hola de nuevo:
      “Esta no es tu convocatoria”: Era una de las frases habituales de MAC, pero presentarse a un primer ejercicio con dos años y diez meses y aprobarlo y aguantar siete meses después el segundo tampoco es una cosa extraordinaria. Muchos aprueban en ese tiempo y adiós a la oposición. Ambos sabíamos que aquella convocatoria no era la mía. Tampoco sabíamos lo que me iba a suceder. Sucedió así …

      “Suspenso riguroso y temas”: No fue, pienso, tanto el hecho de que fuera un suspenso que MAC considerara riguroso, fue el pensar en que igual que aquel tema que yo sabía que era malo y no sustituí en su momento no era el único que me podía llevar a un suspenso en otra ocasión. ¿Cuántos temas tendré así? (pensaba entonces). Mi temario era variado. Tenía algunos temas de MAC, tenía temas de la Academia de Murcia, tenía temas de Pamplona (no en aquella primera vez) y tenía temas que me habían dejado compañeros veteranos. Con el tiempo (cinco orales aprobados) vi que mi temario era como tantos (era normal, era bueno, con algún tema suelto que era flojo), pero el efecto de aquel maldito tema 32 ya se había producido. Supongo que también influyó mucho el desánimo, la pereza, el miedo, el desasosiego que te da volver a empezar desde el principio con un preparador al que todo (con su mejor intención) le parecía poco sin ver que yo me hundía un poco más cada semana. Creo que MAC no fue consciente a tiempo y que debería haberme presionado menos hasta que me recuperara del bajón. En fin, salió así siempre con la mejor intención por parte de ambos.

      Sí, creo que en el libro la historia se entenderá mejor al estar contada cronológicamente.

      Un abrzo y gracias, Justito El Notario

  5. Entonces, ¿más que decir que “tuviste problemas y por eso no aprobaste pronto” no se podría decir que «el que no aprobaras “prontísimo” (2.5 años) te generó un problema que fue creciendo y por eso no aprobaste “pronto”, la que era la tuya, la de Sevilla?»

    Hay personas, muchas más de las que creemos, que tienden mucho al descontrol del discurso interno —más aún cuando aún son jóvenes— a hablar mucho consigo mismas, en su cabeza. Ojo, no quiero decir que seas una de ellas, pero haberlas, y muchas, haylas. Dan vueltas y más vueltas a los problemas, un “sobreanálisis” (dónde me equivoqué, qué cuestiones hubo implicadas en ello, etc.) que lleva a veces a una sobredimensionalización (perdón por la palabreja) de dichos problemas, a subirlos cuatro pisos de más, a veces con triples saltos mortales lógicos (si un tema era defectuoso… ¿y si todos lo son?) Es entonces, cuando de un grano de arena se empieza a formar en la cabeza un Sahara de miedos e inseguridades de forma incontrolada, cuando queremos parar la ruleta y ya no la controlamos, cuando, entiendo, se genera el verdadero problema.
    Tú y yo ya hemos hablado sobre este tema, y ya sabes lo que opino sobre la ayuda psicológica profesional; ojo, pero temprana, no cuando uno ya está malo malísimo, sino cuando empieza a darse cuenta de que algo empieza a ir mal, cuando se percibe que algo ha cambiado en la forma de encarar el día a día del opositor, crece el miedo, la inseguridad, comienza el agobio. Ese problema, o se corta (y hacerlo solo a veces no se puede), o tiende a ir a más.

    • Buenos días Juan Pedro:
      Se lo decía en privado a una compañera el otro día: la diferencia entre tú (ella) que aprobaste en tres años y yo es que yo he pasado por todo lo que tú has pasado y tu no has pasado por lo mío, de manera que tu visión y la mía son muy diferentes. Es más yo he pasado por lo tuyo (lo de ella) tres veces y media y tu con una sola vez dices (lo decía) que acabaste psicológicamente destrozada. ¿Quién es el débil? Si en tres años uno está así, ¿como estaría con once? ¿cómo hubiera gestionado su “fracaso” inicial?

      Por supuesto que intenté todo lo que estuvo en mi mano y todo fue fracasando excepto la medicación dura cuando llegue el momento y el recurso a darme una última oportunidad que salió mal pues suspendí en el dictamen aunque me recuperé para encarar dos nuevos intentos.

      En el post intento ser auto crítico a tope pero todo se resumen bien fácil: sobre esfuerzo y temor a que un mal tema me pudiera volver a llevar al hoyo en el futuro. Nada más que eso.

      Así que no, esto (a más de veinte años vista) no es el problema («el que no aprobaras “prontísimo” (2.5 años) te generó un problema que fue creciendo y por eso no aprobaste “pronto”). Nunca estuvo en mi mente aprobar prontísimo. Lo que no tenía preparado es como salir de un suspenso riguroso (palabras de mi preparador) ni como afrontar la revisión (aunque fuera por miedo) de un temario que me había dado un disgusto muy gordo (un solo tema, más bien).

      Un abrazo, Justito El Notario

  6. Lo de los problemas y la oposición…. como me suena! Problemas de mil tipos… los opositores que llegan al final sin que la vida Lea haya golpeado de alguna manera son una especie rara…
    Comentas las notas… yo aprobé todo en primera convocatoria, dos carrera, 8,4 de media…. y aquí estoy… tras muchos años, problemas y tb errores, xq yo tb he tenido culpa… no he sacado las oposiciones.

    Eres un Crack Justito!

    • Buenos días Pam:
      Si tuviera que resumir todo lo que explico en este post intentando buscar una oposición sería esta: El sobre esfuerzo y el suspenso riguroso (en opinión de mi preparador) me sumió en una crisis de desconfianza que pagué muy cara.
      Eso es todo.
      Gracias, un abrazo fuerte, Justito El Notario

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