Lectura del tercer ejercicio: ¿Te ha dicho hasta luego o adiós?

El Artículo 16 del Reglamento Notarial dice en cuanto a la lectura:

“Los opositores deberán leer personalmente el tercer ejercicio y la primera parte del cuarto. La incomparecencia del opositor determinará el decaimiento de sus derechos y su consideración como retirado, salvo que concurran causas de fuerza mayor, debidamente justificadas y libremente apreciadas por el tribunal ; en estos casos, el tribunal podrá optar por fijar otra fecha para la lectura o, con el consentimiento del opositor, permitir la lectura del ejercicio por un miembro del propio tribunal”.

Yo leí tres terceros ejercicios de las oposiciones a notarías. Leer el dictamen es una menudencia con lo que uno ha tenido que hacer para llegar a él, pero también comporta un cierto mal rato, sobre todo si sabes que no lo has hecho bien (o que te ha salido fatal…). MAC, mi preparador, siempre me dijo que había que leer con seguridad, convenciendo al Tribunal de tus argumentaciones, pero les aseguro que por momentos ese consejo me resultó absolutamente imposible de aplicar.

Primera lectura

Tras el milagro de la Madre Maravillas de Jesús, aprobé un segundo ejercicio que me colocó por primera vez en un tercer ejercicio de notarías.

Mis sensaciones durante las 6 horas de examen escrito, fueron muy malas.

Cuando llegó el momento de leer, y eso que solo sobrábamos tres opositores (y yo fui sobrero), entré a la sala casi descompuesto, los ojos se me inyectaron en sangre y me picaban, sudaba la gota gorda ante el que imagina (presagiaba) iba a ser un clamoroso fracaso. Salí aliviado de la lectura y escapé rápidamente de “la casa del dolor” (el Colegio Notarial de Madrid) con mis acompañantes.

Durante los días de espera de las notas, que son horrorosos, confiaba en que “seguro que hay tres más burros que yo”. Pero no, no los hubo y tuve que aspirar a una nueva convocatoria.

Segunda lectura

En la siguiente convocatoria (Barcelona 98-99). Volví a aprobar los dos primeros y llegué de nuevo al tercero.

Lo hice en mejores condiciones, sí, pero aún muy desenfocado. Durante las 6 horas (mis compañeros de fatigas en aquella temporada, José Luis, que me ha pasado las fotos de este post y Sergio se ríen cuando lo digo) hubo momentos de inspiración en los que pensé “estoy machacando”. ¡Oh, infelice¡ Me volvieron a frungir, aunque me consolaron desde el Tribunal diciéndome que “no había sido de los suspensos más claros” (tal vez quisieron decir clamorosos).

No recuerdo que me consolara mucho aquello que me dijeron. Lo que realmente me consoló fue la doble reserva que conseguí en aquella convocatoria.

lectura tercer ejercicio notarías

Tercera lectura

A la tercera fue la vencida.

Durante las 6 horas de ejercicio escrito, hubo un rato no muy largo en el que me atasqué y no sabía por donde salir, pero lo superé. No recuerdo de qué atolladero del supuesto de hecho intentaba salir, pero aquellos minutos en los que no sabía por dónde tirar, me hicieron temer de nuevo lo peor. Hasta las gafas se me empañaron de lo que sudaba y resoplaba.

Los temores de suspender durante los días de espera de la lectura y de las notas fueron intensos, pero en este caso tenía la sensación de que “tenía que aprobar”, de que “había llegado mi hora”.

El día de la lectura estaba en Madrid con mi madre. Leí por la mañana, si no me equivoco. Mis sensaciones volvieron a ser buenas y confirmaron lo que tenía en mente desde el día del examen.

Cuando terminé de leer, me levanté y me despedí del Tribunal. El Secretario me dijo “hasta luego”.

lectura del tercer ejercicio

Al salir mi madre me preguntó, “¿qué tal?, ¿te han dicho algo?”

– “No, sólo el Secretario del Tribunal me ha dicho hasta luego y me ha sonreído”.

– “¿Estás seguro de que te ha dicho hasta luego?”– intentaba confirmar mi madre, “porque si te ha dicho adiós es que no pensaba volver a verte. ¿No te habrá dicho hasta pronto?”

– “No, Mamá me ha dicho hasta luego y me ha sonreído. ¡Ya me gustaría a mi, que me hubiera dicho hasta pronto¡”

– “Pues si te ha sonreído es que lo has hecho bien y te van a aprobar. No va a decirte hasta luego, sonreírte y luego suspenderte, sería de muy malas personas”.

– “No sé si tal vez me ha tocado un poco el hombro, en plan palmadita-añadí después-.

– “Pues si te ha tocado el hombro, apruebas seguro”.

– “A lo mejor me estaba consolando, yo que sé…”-concluí.

En esas estábamos cuando bajando hacía el Paseo del Prado, en la esquina del Palacio de Correos, hoy Ayuntamiento de Madrid, nos encontramos o cruzamos con otro sufridor de aquella mañana, Álvaro Lachica, compañero de promoción.

No sé si Álvaro  oyó o no la conversación que llevábamos mi madre y yo. No me preocupa, porque seguro que él iba también pensando algo parecido.

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Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario




 

6 comentarios

  1. ¡Hola Justito! ¡Tenia ganas de escribirte! Me ha encantado tu blog, el apartado de oposiciones, lo descubro hace apenas dos meses, en un momento crucial en mi vida de oposición.

    Me he sentido muy identificada con muchas de las entradas que nos cuentas y me ha ayudado saber que otras personas han sentido las mismas angustias, miedos, alegrías dentro de una oposición.

    Llevo desde el 2010 en este camino, las mías son para el Ministerio de Trabajo, he tenido distintas etapas, cambio de preparador, incluso hace dos años dejé la oposición un año para trabajar, finalmente estoy intentando la última convocatoria, pronto me toca leer el tercer ejercicio y tengo esas sensaciones de que esta vez es la mía, no lo quieres decir muy alto pero también hay que disfrutar de las buenas impresiones que a veces nos deja un examen después de un grandísimo esfuerzo.

    Un saludo y muchas gracias por compartir tus experiencias.

    • Buenas tardes Opositora:
      Muchas gracias por tus palabras.
      Ese momento en el que uno ya solo espera a leer y a que salga la nota es un “instante” dentro de los años que puede durar la oposición y no se parece a ningún otro. Ya no tienes que estudiar, le das vueltas a tu ejercicio y sueñas con el aprobado.
      Espero que en breve puedas decirme que ya has terminado la oposición. Suerte y ánimo. Saludos, Justito El Notario.

  2. Lo peor de la oposición son sin duda esos días que pasan desde que lees el dictamen hasta que sale la nota.
    A mí no me dijeron ni “adiós”, ni “hasta luego”, fue un “buenas tardes” que no sabía ni cómo interpretar. Ahora me hace hasta gracia, pero en el momento se pasa realmente mal.

    • Buenos días A.M:
      Estimo que aprobaste y creo que nos conocemos. Efectivamente, esos días son un infierno. Ya no hay que estudiar y estas libre de tu carga, aunque pendiente de la decisión definitiva que te puede prorrogar la condena o hacerte definitivamente libre. Gracias por la participación y el comentario. Un abrazo, Justito El Notario.

      Si te ha parecido bien o te ha resultado útil mi contestación, puedes invitarme a una caña o hacer un donativo a una ONG; si quieres más información pincha aquí

  3. Conozco a alguien muy cercano que pasó por algo así. Tres veces a la calle en el.dictamen de jueces, fiscales y secretarios
    Por suerte no cejo y hoy es un fantástico juez
    Un abrazo
    Susana

    • Querida Susana:
      Somos muchos en una situación. El sistema estuvo a punto de dejarnos fuera, pero no le dejamos.
      Sobre ello hablaré el miércoles en mi post “Oposiciones memorísticas”. Creo que te gustará.
      Un abrazo y gracias por la participación y el comentario. Justito El Notario.

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