Budapest primavera

Budapest, un viaje en la primavera de 2013

Un buen amigo y compañero de promoción ha visitado Budapest hace unas semanas y me ha comentado que alguna de mis recomendaciones dispersas por el blog le había sido útil, así que me he animado a reunirlas y a publicarlas todas juntas. En aquel viaje del comienzo de la primavera de 2013 (en el que hicimos muchas más cosas, claro está) nos organizamos con la guía City Pack Budapest. Llegamos a la ciudad de madrugada tras volar desde Madrid a donde habíamos llegado por carretera de nuestra ciudad. A punto estuve de dejarme mi mochila con las cosas de mayor valor en el transfer que nos llevó hasta el Hotel Le Meridien. Estaba todo nevado y hacía un frío considerable lo que condicionó un poco nuestra estancia. La nieve es muy bonita pero al segundo día se convierte en un obstáculo para el turista (sobre todo si viajas con un niño de 7 años).

Mercado Central de Budapest

De cuatro días que estuvimos en Budapest, fuimos dos al fantástico Mercado Central. El primer día llegamos a la hora de comer y comimos en los bistrós de la planta superior. Sopa de goulash, salchichas con mostaza, cerveza y vino chardonnay. Todo a precios económicos. Luego dimos una vuelta por los puestos de souvenirs y similares de la planta superior. Al acabar nos paseamos por la maravillosa planta inferior con sus decenas de puestos con caviar, patés y foies, salamis y otros embutidos, fruta, verdura, carne, especias, paprika, pasteles y muchas cosas más. Es frecuentado por turistas y por aquincenses o aquineos y nos pareció tan maravilloso que volvimos al día siguiente para hacer casi lo mismo, salvo comer. En esta segunda ocasión, lo hicimos en un correcto autoservicio de la planta superior en el que Justito Junior se comió un enorme confit de pato.

Desde el Mercado puedes llegar rápidamente al Geller Spa a través del Puente de la Libertad que permite saborear el Danubio y contemplar Buda y Pest a uno y otro lado del río.

Gellert Spa

Dudamos mucho entre ir a los Gellert o a los Szechenyi y probablemente nos equivocamos yendo solo a los Gellert. Me pareció que al personal le faltaba simpatía y predisposición, que hacían falta reformas y que la limpieza podía mejorarse. También faltaba información. En algunas zonas se mezclaba el olor de las aguas y un olor a comida y era, más bien, poco agradable. Por último, creo que resulta algo caro. También es cierto que bañarse en la piscina exterior con nieve y bajo cero, como lo hicimos, es una auténtica pasada; que la piscina central con su segundo piso (la de aquel anuncio de yogures) no se olvida fácilmente y que hay otras cinco piscinas más. Son ocho en total aunque una de las de exterior estaba vacía. Sin duda, es uno de esos sitios en los que hay que estar y, permitiéndotelo el bolsillo y tiempo, la cosa para mi está clara: hay que ir Gellert Szechenyi.

Keleti Railway

Un plano con la letra enana. Una revisión pendiente de la vista. Un idioma tan distinto del nuestro que no te dice nada cuando “lo lees”…. Íbamos hacia el Danubio y acabamos en esta estación que estaba en el quinto pino, aunque mereció la pena la enorme caminata para llegar hasta allí desde el New York Café, porque es un magnífico (y concurridísimo) edificio. Debimos entrar y verlo también por dentro, aunque con el considerable cabreo que teníamos por habernos perdido, no lo hicimos. También pudo influir un poco de acojone por la lejanía del lugar, el personal que se veía y la hora que se nos había hecho. Supongo que no soy el único que se pierde alguna vez en los viajes, ¿no? En este caso la culpa fue mía que puse el mapa del revés al salir del New York Café.

New York Café

Que sí, que sí, que es maravilloso y que hay que ir, pero le falta confort y calidez. Además el personal podría ser algo menos estirado pues contribuye a convertirlo en lo contrario de lo que debería ser, es decir, en una cafetería express en un sitio muy bonito: “Tómese algo y disfrute de estar en el mejor café del mundo, pero no se me repantigue mucho que tiene que entrar el siguiente”.

Vapiano

Al entrar a Vapiano te dan una tarjeta electrónica que sirve para que te carguen lo que consumas en las distintas cajas de este autoservicio de comida italiana. Hay caja para los antipasti y las ensaladas, para las pastas, para las pizzas y para los postres y bebidas. Haces tus colas, coges tu bandeja y te sientas en las altas mesas con taburete. Sencillo pero con un toque agradable. En las distintas colas presencias como preparan tu comida, aunque en el caso de las pizzas, te entregan un aparatito que te avisa cuando la pizza esta lista para recogerla. Todo esta rico, el ambiente es bueno, se encuentra en una trasera de la Calle Vací y me pareció un gran sistema y una gran idea. Cinco noches en Budapest y dos cenas en Vapiano. También preparan todo para llevar y está muy bien de precio.

Pest Buda Bistro

En una ciudad completamente desconocida y tan grande (aunque el distrito del castillo es más manejable) es difícil acertar cuando vas buscando algo que te guste y sin ninguna referencia. Me gusto muchísimo el local. La atención fue excelente y tuvieron mucha paciencia con nuestro “inglés de los bosques”. La pitanza consistió en un delicioso paté de ganso, un mini codillo, pato y pollo paprika. Compartimos algún postre y hasta me pusieron el cumpleaños feliz en español y una gran bengala para soplar las velas de mi cuarenta y cinco cumpleaños (¡las velas las llevaba yo!). Tomamos vino y cerveza. El vino fue recomendación del camarero que acertó plenamente con ella. Fue la comida más cara de las que hicimos en Budapest (93 Euros, dos adultos y un niño).

Szazeves Etterem, Restaurante

Pura casualidad encontrar el Szazeves Etterem. Buscábamos dónde cenar cerca del hotel y nos dimos de bruces con este local que tenía buena pinta por fuera y estaba bien recomendado por Tripadvisor. Nada más entrar nos gusto la atmósfera del local y presumimos que habíamos acertado. Fue así. Nos acomodaron en una de las mesas-reservados y nos atendió un camarero con un buen nivel de español. Sin él (gracias, amigo), no hubiéramos sabido que elegir. Nos decantamos por un pollo paprika, un cerdo mangarika en brocheta con verduras y una especie de calzone de goulash e hígado de oca. Todo estaba buenísimo y cuando llego la hora de pagar, aún me pareció más bueno todavía. Precios de la España de antes del euro. ¡Hay música en directo! ¡Una gran noche en familia¡

Hard Rock Budapest

También estuvimos una noche en el Hard Rock que se encuentra muy próximo a Le Meridien. Primera cena en Budapest, un concierto de rock de un par de grupos locales, una mesa apartada de la primera línea, un buen ambiente, una buena atención y los platos típicos de la cadena. Todos los factores nos dieron un fantástico resultado y una noche que no olvidaremos. Eso sí, creo que en pareja no hubiese ido. Extraordinaria ubicación.

Bastión de Pescadores

No cabe duda de que la Iglesia de Matías es maravillosa, aunque, para mi gusto, lo es más por fuera que por dentro. Pero la iglesia sin la Estatua de San Esteban, sin el Bastión de Pescadores, sin la Columna de la Holy Trinity, sin las vistas sobre el Danubio y Budapest, ya no sería lo mismo. Por eso me quedo con el conjunto: en él, todos los elementos resultan fundamentales para calificar a éste lugar como un rincón imprescindible del ancho mundo. Creo que pagar entrada por visitar el Bastión de Pescadores no merece la pena puesto que solo permite acceder por las escaleras a la parte superior lo que no proporciona nada adicional: las vistas son las mismas desde abajo, la arquitectura se aprecia mejor desde fuera y hay zonas en las que se puede subir a la parte superior sin pagar. Así que mi consejo es no sacar la entrada.

Budai Var

¡Que vistas! ¡que edificios! ¡que ambiente! ¡que maravilla! Lo mejor de Buda, lo mejor de Budapest. Especialmente aconsejo el conjunto escultórico de la fuente que me pareció una de las cosas más maravillosas que he visto en mi vida y que ni siquiera sabía que existía por lo que mi sorpresa fue aún mayor; lo cierto es que te quedas embelesado contemplándola porque tiene una belleza insuperable que esta a la par con la de este conjunto histórico-artístico de primera magnitud que nadie debe dejarse sin visitar.

Plaza de los Héroes

Hacía un frío de bigotes y estaba todo nevado, pero disfrutamos de esta fantástica plaza y sus conjuntos escultóricos en la nos sentimos diminutos por su enormidad. Delimitando la plaza, dos de los museos más importantes de la ciudad, la Avenida Andrassy y el Parque de la Ciudad. Un paseo por Andrassy terminando en la plaza y un baño en los Szechenyi puede ser un fantástico plan.

Avenida Andrassy

Esta milla de oro merece ser paseada de principio a fin para disfrutar de su ambiente, de la gente, de sus tiendas, de sus edificios, de sus plazas, de sus estatuas, de la Ópera, del Museo del Horror, del Octogon, de los tranvías y de sus restaurantes.

Calle Vaci

Muchos restaurantes y tiendas turísticas y en menor cantidad comercio “normal” (diría que abunda más en calles aledañas) que ha de recorrerse “sí o sí” en una visita a Budapest. En sus extremos, el Mercado Central (donde los souvenirs son mucho más baratos que en la propia calle y donde hay menos posibilidades de engaño con el cambio) y una animada plaza (con multitud de puestos de comida, ropa, recuerdos, etc…) de nombre completamente impronunciable.

Parlamento

Es un impresionante y precioso edificio que deja en las retinas el más imborrable recuerdo de Budapest. Desde el río y desde la orilla de Buda, si puede ser con la iluminación nocturna, aún me gustó más. Yo diría que gana de lejos. Al encontrarnos con una larga cola y haciendo un frío morrocotudo, optamos por no visitarlo por dentro.

Y más puentes:  Elizabeth Bridge, Margaret Bridge y Las Cadenas

El Margaret da acceso a la isla del mismo nombre y tiene un especial encanto al ser un puente con tres entradas. Una bici de alquiler y cruzarlo desde Buda o Pest para disfrutar de la isla será mi plan para otra vez que no estemos bajo cero. El Puente de las Cadenas es antiguo, precioso, fantástico, interesante, deslumbrante, imperdible y será el epicentro de tu visita a esta ciudad con el permiso de …

El Danubio

Es imposible que el turista se marche de Budapest sin ver el río, sin cruzar sus puentes, sin dar un paseo en alguno de los barcos que lo surcan o sin disfrutarlo desde alguna de las terrazas que se encuentran en sus orillas. Encontrarse ante él, es una auténtica gozada. Especialmente aconsejo un paseo nocturno por la orilla de Buda a la altura del Parlamento para gozar de la iluminación nocturna. De azul, no tiene nada, pero da absolutamente igual.

Por cierto, mi amigo me dice que lo de los precios de antes del euro ha cambiado considerablemente en Budapest.

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario




 

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