Chistes y Anécdotas Notariales: “Anécdotas hereditarias” (Episodio III Revista Feapen)

 

Chistes y Anécdotas Notariales: “Anécdotas hereditarias” (Episodio III Revista Feapen)

 

Si en el número anterior nos reímos gracias a los testamentos, nos toca ahora hacer lo propio con su consecuencia jurídica mas directa: la herencia.

– Buenas, venimos a encargar una herencia.

– Bien,  ¿traen el certificado de defunción?

– Papá, ¿dónde tienes tu certificado de defunción?

– Ay, hijo, no sé, eso tu madre, que es la que guarda las cosas.

Y es que hay mucho desconocimiento en la materia y la mayoría necesita que le orienten un poco.

– Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

– Pues venía a ver qué necesito para tramitar la herencia de mi madre.

– Bien, ¿cuándo falleció?

– Anoche.

– Pues deje al menos que se enfríe.

Las prisas por heredar son muy habituales. El otro día autoricé el poder otorgado por una hija con facultades para adjudicarse la herencia de su padre que estaba vivito y coleando sentado a su lado durante el otorgamiento. Por razones de buen gusto, le sugerí que se hiciera referencia a herencias en general, sin concretarlo a la herencia de su sufrido padre. Lo aceptó y el padre se sintió aliviado.

En una ocasión intentaba explicarle a un sobrino como tendrían lugar los llamamientos a la herencia de su tío en el caso de que renunciase a su herencia.  Tras un completo análisis, terminé diciéndole:

– Así que, cuidado con las renuncias, porque cuando se renuncia a una herencia, otro resultará llamado a la parte renunciada. En su caso, no tengo datos suficientes para valorar a quien habría que llamar si es que, finalmente, usted renuncia.

Muchas gracias – me contestó -, pero no me queda claro quién me llama a la herencia. Ningún estamento legal se ha puesto en contacto conmigo. ¿Espero para renunciar a que alguien lo haga?

En algunas ocasiones son los correctores ortográficos los que nos proporcionan la nota de humor en las herencias.

Fue el caso de aquella mención a la declaración de herederos en una herencia en la que se hizo constar que la condición de herederos universales del causante correspondía a los hijos por partes iguales, “sin perjuicio de la legítima del cónyuge SUPERTRISTE”  o el de aquella otra herencia en la que me decía un compañero que “hoy a punto hemos estado de adjudicar una herencia en pleno demonio”.

Por no saber, algunos no saben ni la premisa mas básica:  ¡Para heredar tiene que haber un muerto! Y es que la semana pasada un hijo vino a encargarme la escritura de herencia de su padre diciéndome: “Los médicos lo han desahuciado y nos lo llevamos a que muera en casa. Nos han dicho que del sábado no pasa y habíamos pensado en firmar la herencia mañana jueves”.

Tampoco es conocido que para preparar la herencia hacen falta ciertos documentos complementarios. El mas básico es el certificado de defunción. Hace un tiempo vi uno que decía: “Lugar de Fallecimiento: Teruel, autobús de la Empresa Municipal de Transporte, Avenida del Torico, esquina Calle Marqués de Salamanca”. Con sorna un compañero apuntillaba: “Yo no lo hubiera aceptado: falta el número de línea y la matrícula del bus”.

Algunos se sorprenden de que el testamento o la declaración de herederos no sean suficientes para heredar y haya que hacer una “nueva escritura” y te dicen: “Pero si mi padre ya tenía escritura, ¿para qué tengo que hacer yo otra nueva?”. Mi respuesta suele entenderse a la primera. “Mire esto es como una cadena con sus eslabones. Cada nuevo dueño es un eslabón, cada eslabón es una escritura”. Y termino diciendo: “Si no fuera así, todo estaría a nombre de Adán y Eva, por mitades indivisas”.

No obstante, cuando uno mas se sorprende es cuando se ha de dar explicaciones a presuntos entendidos en la materia. Fue el caso de aquella herencia previa a la compraventa de una finca que se heredaba y a la cancelación de una hipoteca sobre la misma. La entidad acreedora trajo los documentos precisos para la cancelación y la apoderada le indica al abogado de los herederos que “esto lo tienen que firmar Juan y Francisca” (el causante que fue deudor y su esposa y heredera). Entonces se le explica a la apoderada: “Juan está muerto”. La avezada apoderada responde: “Y, entonces, ¿cómo lo vamos a hacer?”.

 

Hasta el próximo episodio. Un abrazo, y si no hacen escritura de herencia, no se olviden de arreglar cuentas con Hacienda. Miguel Prieto Escudero/Justito El Notario.


Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario