chistes y anécdotas notariales

Chistes y anécdotas Notariales: Episodio XX

Comienzo este Episodio XX recuperando una anécdota que tengo recogida en el post “Aprobar por suerte”. Luego algunas anécdotas más que no tenía contadas.

“El ascendiente que heredara de su descendiente…”

La reina de las anécdotas en materia de numerología y oposiciones, la cuenta José María Chico y Ortíz en su famoso “Oposita que algo queda” un libro que alguien se tendría que encargar de reeditar. Sin pretender tener yo la gracia de Chico, la anécdota era más o menos esta:

Congreso de Registradores.

Llegada al hotel de los primeros asistentes.

Buenos días, Sr. Registrador número 1, su habitación es la 811.

¡Hombre la 811” y comienza a recitar “El ascendiente que heredara de su descendiente….”

Entra en escena el Registrador número 2.

Buenos días, Sr. Registrador número 2, su habitación es la 815.

Gracias, ¿podría usted decirme cuál es la habitación del Sr. Registrador número 1?

Si, es la habitación 811 y el Registrador número 2 comienza también a recitar: “El ascendiente que heredara…”

El primer artículo del Código Civil que yo me estudié, puesto que era el primero en aparecer en un tema, fue el último de todos, es decir, el Artículo 1976. Mis amigos y mi novia (hoy mujer), me hacían repetirlo como un loro (“Quedan derogados todos los cuerpos legales…”) hasta el punto de que temía cantar el tema y que al final llegara a atascarme y no me saliera cuando tuviera que hacerlo. Sigue siendo, sin duda, uno de mis favoritos, aunque nunca se me ha planteado su aplicación práctica, como es lógico, puesto que es la Disposición Final (y derogatoria) del Código Civil y han pasado 128 años desde su entrada en vigor.

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Las 5 crujías

“El edificio consta, primero de dos crujías de unos cuatro metros de fondo cada una, por todo el ancho o frente del inmueble, correspondiente a las mismas el salón-bar o café (hoy inexistente), que existía cubierto a dos aguas, con tejado sobre madera sin cielo raso; sigue después un patinillo enladrillado, con u cobertizo a su derecha, destinado a cocina; después, a continuación del patinillo, se levanta un cuerpo de edificio de cinco metros de fondo, dividido en dos crujías, con una cubierta-tejado a dos aguas, sobre maderos rollizos, también aparente y sin cielo raso, en el que paralelamente al salón del bar, está el salón de recreo y por último viene una crujía en dos plantas, para otras dependencias, que cierra la parte edificada y actualmente en buen estado de conservación”.

Perdón por la ignorancia, pero a mi lo de la crujía me sonaba a temblor o sablazo en la cartera (o en la cuenta bancaria) derivada de un pago más importante del que uno cabía pensar por una determinada adquisición (por ejemplo, “el Notario me pegó una buena crujía”), aunque no veo la acepción que yo presuponía en el diccionario de la R.A.E.

Gracias a esta descripción de finca urbana, he sabido que crujía es un término arquitectónico, nada usual en ninguna de las tres regiones españolas en las que he ejercido mi profesión, al menos en cuanto a descripciones en escritura se refiere.

El sueño de mi mujer

He contado varios sueños en otros posts, pero este sueño de mi mujer no tiene entidad suficiente para un post propio aunque me parece gracioso, puesto que ella sueña con mi oposición y creo que no lo hace con la suya (que fue muy larga también). Ella no solo aguantó su propia oposición, sino que aguantó carros y carretas desde el minuto uno al pitido final (casi 11 años después) de la mía y se ve que algo de trauma le queda (o que soy muy pesado con mis historietas de oposiciones que han acabado invadiendo sus sueños).

Con mi mujer no se cumplió aquello de novia de opositor, no es mujer de notario, aunque, que recuerde, en mi promoción hubo un par de cambios de pareja, alguna ruptura rápida y, ya luego, algunos divorcios. Fui a unas cuantas bodas de compañeros y, evidentemente, muchos seguimos casados.

Vamos por el sueño:

Una madre del colegio al que va mi hijo, nos cuenta que estaba preparando notarías y que, por fin, aprueba la oposición. En el sueño le confiesa a mi mujer que estudiaba notarías desde que tenía 9 años, pero que le daba vergüenza decirlo.

“Usque Ad Coelum Et Ad Inferos”

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Era uno de mis latinajos preferidos de la oposición. Tal vez se debería a su procedencia del Derecho Justinianeo. Se refiere a la extensión del dominio en sentido vertical (“aquel a quien pertenezca el suelo, también es dueño de todo lo que se encuentre por encima y por debajo por una extensión indefinida, hasta el cielo y el infierno”). Me lo ha traído a la cabeza ese poderdante que llega a la notaría y dice:

– Vengo a dar poderes a un abogado por lo de las cláusulas subsuelo.

“¿Me váis a romper el marco para hacer la compulsa?”

Una joven titulada llega a la notaría con su título enmarcado. Necesita hacer unos testimonios por exhibición de su título y le decimos que hay que sacarlo de su marco para poder fotocopiarlo.

compulsa títulos

Muy enfadada nos pregunta que “si se lo vamos a romper”. Desconoce que el título tiene un anverso en el que consta su inscripción en el Registro de Títulos y se lo recordamos, dándole la opción de hacerle fotocopia del anverso, sin extraer el título de su marco, o del anverso y reverso, en cuyo caso se hace necesario romper (con la mayor delicadeza) la enmarcación. Le advertimos de que si no testimonia el reverso, podrían no admitirle el documento. A regañadientes acepta que extraigamos el título de su marco y la recomendación de que las enmarcaciones de títulos han de hacerse de manera que se permita extraerlos cuando se puedan necesitar.

Por cierto, tengo un post sobre “compulsas” a medio hacer desde hace tiempo, a ver si le doy el impulso definitivo, aprovechando esta anécdota de la Iracunda Titulada.

Ayer volvió por la notaría. Necesitaba un poder. Como ya sabía que era puntillosa, yo también lo fui y le expliqué todo en modo “pelos y señales plus” mientras pasaba “¡puntillosos a mi¡”. Pero me equivoqué, porque después de toda la suerte de explicaciones que le di, cuando le señalé donde tenía que firmar me dijo: “¿puedo leerlo?”. Le dije que sí, claro está, y empezó a leer saltando de una cara a otra. Cuando llevaba un rato, le dije: “¿buscas algo?” y me respondió que no, que solo quería leerlo. Así que no me quedó otra que esperar hasta que hubo terminado y quiso firmarlo. Horror me da esta señora en una herencia conflictiva y larga o en una compraventa con hipoteca.

Las anécdotas del novio del Notario

Eso de trasladarse con un empleado a cuestas, a la chepa, puede dar lugar a que algunos te sitúen dentro de un armario y que ya no te dejen salir de él.

Conversaba un oficial de notarías con un antiguo jefe Notario.

– Y ¿qué tal con el nuevo?

– Pues muy bien. Se ha traído un empleado de su anterior destino – dice el oficial.

– Pues o es muy bueno o se acuesta con él – responde el predecesor.

Un tiempo después, el empleado se subió demasiado arriba de la chepa y fue despedido. Entonces el comentario fue distinto:

– Eso es que han roto – dijeron.

“¿Cómo está Olcina?”

Así se llamaba la Señora (sobre nombres raros aconsejo esta lectura) por la que pregunté a su marido cuando un día vino solo a mi notaría, en contra de lo que era habitual en él, que era visitarme con su esposa. Siempre charlábamos un rato como si nos conociéramos de toda la vida. Se tomaron, sin molestia por mi parte, mucha confianza conmigo pues eran un matrimonio mayor y afable que no tenía hijos y que empatizaba fácilmente con cualquiera. Yo estaba en mi primer destino y con ganas de agradar y de disfrutar de mi ansiada plaza. Un día me chocó que él viniera solo y más aún que tras preguntarle:

– ¿Cómo esta Olcina?

Él simplemente me respondió:

– Muerta.

olcina esta muerta

¡Me lo dijo casi como si la culpa fuera mía¡ Le di el pésame y no recuerdo haberle visto más. Me recordó a mi abuelo que cuando, muerta ya mi abuela, llegaban a casa preguntando por ella, daba a su interlocutor la dirección del cementerio. Genio y figura mi abuelo, que tras contarlo siempre terminaba diciendo:

– ¿Y no es verdad que está allí?

Nos vemos en el Episodio XXI. Gracias por las aportaciones.

Hasta otra. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario




 

2 comentarios

  1. Hola Justito.

    Puestos a reeditar o revivir, que alcance también al delicioso “prólogo” con que Camilo José Cela obsequió a Chico Ortiz en una de sus ediciones de su famosa obra “Estudios sobre Derecho Hipotecario”.

    Saludos.

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