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Desde el Parador de Granada al Restaurante Baco de Sevilla

Notartic tuvo varios paréntesis en los que disfrutar de otro tipo de cosas al margen del Derecho Digital.

Sevilla es una ciudad bien comunicada, pero no desde la mía, así que siguiendo mi costumbre de los días de trabajo y viaje, el jueves previo al comienzo de las Jornadas hicimos noche por el camino, en este caso en el espectacular Parador de Granada. No hay muchas ocasiones en la vida de dormir dentro del recinto de La Alhambra, frente a los Jardines del Generalife y al lado del Palacio de Carlos V y yo no he desaprovechado la mía. Con el Parador de Granada hago la muesca número 33 en mi listado de Paradores que espero tenga pronto continuación con la visita a los Paradores de Ceuta y Almagro que tuve que anular el año pasado por el Premio Enatic a Notartic y por causa de fuerza mayor, respectivamente.

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A punto estuvo de dejarme tirado el coche en las cuestas que te conducen al Parador, pero salimos del apuro y conseguimos llegar al reducido aparcamiento de un establecimiento espectacular en todo lo demás. Tras tomar posesión de nuestras habitaciones, cenamos en la cafetería. Nos apañamos con unos platos que compartimos entre todos. Que si unas berenjenas fritas, unas croquetas caseras, una ensaladita, un surtido de embutidos granadinos y unos piononos. El vino fue un blanco Veleta Vijiriega. Inicialmente teníamos previsto cenar en el Restaurante pero nos pareció excesivo con un fin de semana con varias citas gastronómicas por delante, así que nos conformamos con la cafetería y disfrutamos de una amena cena y sobremesa. Tras la cena, recorrido por el Parador y a la cama (por cierto, dura, muy dura, para mi gusto) con un silencio sepulcral y una oscuridad perfecta en la habitación.

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El desayuno buffet del Parador es muy completo. Me puso las pilas para completar el viaje, sin incidencias mecánicas, hasta Sevilla donde nos alojamos en el Meliá Sevilla en el que ya había parado este verano de camino al Alentejo portugués.

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Tras volver a posesionarnos de las habitaciones nos fuimos andando en dirección a la Torre del Oro en cuyas proximidades teníamos reserva para comer. Fuimos a un viejo conocido en horas bajas que me hizo arrepentirme de no haber reservado y comido en Abades Triana, al que me quedé con muchas ganas de ir. Salvaría de la comida la fritura variada y el vino que fue el exquisito “El perro verde”. Después de comer nos dirigimos hacia la sesión de tarde de Notartic, ya en el Colegio Notarial (tras la sesión matinal en la Universidad), del que no salí hasta cerca de las 12 de la noche, tras cenar en el abarrotadísimo coctel con el que el Colegio agasajaba a todos sus colegiados y a los asistentes a las Jornadas. El ambiente fue fantástico y al salir un pequeño grupo nos tomamos, bajo la lluvia, un toldo y los paraguas un gin tonic (“sin ensalada”) de esos que le gustan a Paco Rosales. Aún bajo la intensa lluvia volvimos al hotel.

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Mi hermana y yo y, casualmente, entre los dos, el recientemente fallecido Joaquín Zejalbo

Al día siguientes, tras la liberación de mis responsabilidades en las Jornadas, después de la Mesa Redonda sobre Identidad Digital, llegó (en el espectacular Archivo de Protocolos de Sevilla), la hora de la comida que se dispuso retirando las sillas de las Jornadas y situando en su lugar mesas altas para facilitar el envite de los comensales. La mesa del sushi tuvo gran éxito y demostró la impericia con los palillos de algunos de nosotros que acabamos haciendo barquitos en los platitos de soja. Recuerdo especialmente la caña de lomo y el queso, pero también el jamón y una riquísima empanada. También había algún frito. Después de la comida, reconozco que me perdí la intervención de los de IBM y su Watson, pero necesitaba un kit-kat en el hotel, darme una ducha y quitarme el traje y la corbata, así que desaparecí para regresar a la última de las Ponencias.

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El día y el recorrido de este post, terminó en Baco, Cuna 2, que reservé gracias a las facilidades que me dio un compañero de Distrito que me puso en contacto con un Notario sevillano que, a su vez, me puso en contacto con Victoria que me trató estupendamente (¡gracias Victoria¡) desde que hablamos unos días antes, tanto para decidir si la cena sería de pie o sentados, como para elegir el menú y para cerrar el número de comensales (que estuvo en el aire hasta unos minutos antes de la cena).

Todo fue rodado, a las mil maravillas. Creo que nunca me había resultado tan fácil organizar un evento para 43 personas. Allí fuimos llegando los 43 y disfrutamos del jamón, la caña de lomo y el queso manchego, del salmorejo con mojama de atún, del pulpo a la brasa con puré de patatas al pimentón, de croquetas y pavías de bacalao, de un lomo de bacalao al perfume de ajos confitados y de unas brochetitas de pluma ibérica especiadas. Creo que si digo que se me hace la boca agua mientras escribo, seré suficientemente descriptivo. Por encima de todo me gustó el salmorejo (que tripití), el pulpo y las pavías. Cerramos con un perfait de chocolate y piñones y después subimos a la terraza, refrescada por la lluvia, a reñirnos con un gin tonic (bueno, para algunos fueron dos). No hubo tiempo para más y de allí nos fuimos a la cama puesto había que estar en forma para la tercera sesión (la más notarial de todas), de las Jornadas.

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En lo estrictamente turístico, poco que contar en esta novena visita mía a Sevilla, la segunda en 2016, que coincidió con la salida del Gran Poder a la calle en procesión con motivo del Año de la Misericordia, algo que me dijeron es excepcional puesto que no ocurría (fuera de la Semana Santa) desde 1964.

De camino al hotel, con un soleado día, me topé con la procesión para perderme luego por la judería antes de emprender el regreso en coche a casa.

Hasta otra. Hasta Notartic II. Un abrazo. Justito El Notario. @justitonotario




 

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